El arquetipo de marca número 13: la página maldita del branding

¿Y si existiera un arquetipo de marca que no busca encajar, sino que quiere que el sistema se tuerza para hacerle sitio?
Ese arquetipo de marca no está en los libros. No está en los frameworks. Y, sin embargo, es el que explica algunas de las marcas más potentes y peligrosas del mercado.
Durante años, construir una marca era elegir un arquetipo.
Un molde. Un rol psicológico con el que tu audiencia pudiera conectar.
El sabio. El héroe. El bufón. El cuidador. El rebelde…
Cada arquetipo de marca tiene su narrativa, su máscara, su función emocional.
Y todos ellos se organizan en cuatro grandes tríadas:
- Transformación (EGO)
- Búsqueda (LIBERTAD)
- Orden (ESTABILIDAD)
- Conexión (SOCIAL)
Funcionan.
Porque, como decía Jung, “de una manera u otra, todos formamos parte de una sola mente colectiva.”
Los arquetipos no se inventan. Se activan.
Y cuando una marca activa el arquetipo correcto, se vuelve más humana.
Más reconocible. Más fácil de clasificar.
En definitiva: más fácil de amar o de odiar. Que es el terreno donde realmente vive una marca.
Pero hay un problema: todo lo que encaja demasiado… deja de morder.
El héroe que salva leads.
El bufón domesticado.
El amante genérico.
El rebelde que no incomoda.
El cuidador que no cuida a nadie.
El sabio que no ha dicho nada nuevo desde 2014.
Los arquetipos clásicos están tan trillados que a veces suenan más a plantilla que a posicionamiento.

El arquetipo de marca excluido
Por eso nace el número 13.
La página que no estaba en el manual.
La que se quemó en la pira de lo correcto.
El arquetipo maldito.
Ese que no representa. Interrumpe.
Ese que no construye dentro del sistema. Lo sabotea.
Ese que no busca ser entendido, sino imposible de ignorar.
A este arquetipo de marca no se le asigna un color corporativo ni una serie de valores aspiracionales.
Se le asigna una misión: reconfigurar el terreno simbólico.

El arquetipo de marca cabrón
Porque no es el villano…
Es el personaje que dinamita la estructura del relato.
No es el rebelde de manual.
No lanza campañas. Instala amenazas.
No quiere aprobación. Quiere efecto.
No educa. Te deja sin argumentos.
No grita. Se infiltra.
No levanta el puño. Levanta un imperio.
Este arquetipo de marca no cabe en las categorías anteriores.
Las atraviesa. Las subvierte. Las convierte en decorado para su estrategia.
¿Y si tu marca no encaja en ningún molde?
Entonces no la domestiques.
No la suavices.
No la edites para que parezca otra.
Déjala operar como lo que es: una anomalía estratégica.
Una fuerza que no representa a su categoría.
La rompe. La arrastra. Y redefine lo que significa pertenecer a ella.
Asimila lo que te he dicho. Y repito: No te flipes. No todas las marcas pueden ser cabronas. Si ya sabes que no eres el héroe, pero aún no sabes qué eres… dame un toque y lo averiguamos juntos.
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